Uno de los muchos servicios ambientales que nos prestan los árboles es el de absorber dióxido de carbono de la atmósfera. Y con la amenaza del calentamiento global generado por la emisión excesiva de gases con efecto invernadero, producto de la actividad humana, plantar árboles parece, a simple vista, una estrategia perfecta. Más árboles, más absorción de dióxido de carbono, menos calentamiento. Sin embargo, según demuestra un estudio de un caso emblemático en la Patagonia argentina, si bien reforestar trae ciertos beneficios, puede también acarrear consecuencias indeseadas. Amy Austin, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y la Universidad de Buenos Aires, autora principal del estudio, y Adelia González Arzac, bióloga y doctora en Ciencias Agropecuarias, analizaron áreas reforestadas en el sur del país hace 35 años con un tipo de pino originario del oeste de Estados Unidos. Los estudios revelaron un resultado singular:...