Bicicletas como transporte público

Bicicletas como transporte público

En casi todas las ciudades importantes del mundo está avanzando el uso de la bicicleta como medio de transporte saludable y sustentable, una de las mejores formas de introducir esta práctica, es la del servicio público de bicicletas o sistema de bicicletas compartidas, que en muchos lugares se alquilan, mientras que en otros es un servicio gratuito.
Lo cierto es que esos sistemas públicos de bicicletas, allí donde se abren, se convierten en un éxito. ¿Cómo funciona un sistema público de bicicletas? Es sencillo, uno se anota personalmente o por internet, y ya a partir de ese momento puede acudir a alguna de las estaciones en las que están las bicicletas. Allí uno pide prestada o alquilada una bicicleta para ir a su destino, que puede ser el pasear por allí, o algún otro sitio de la ciudad. La bicicleta se presta o alquila por un tiempo determinado, pasado ese tiempo se debe devolver en cualquiera de las estaciones. Generalmente las estaciones de bicicletas se distribuyen por las ciudades de forma que uno tenga una siempre cerca de su destino, como para poder dejar la bici.
En Barcelona, por ejemplo, el servicio Bicing cuentan con 400 estaciones y 6000 bicicletas, más varias furgonetas que se encargan de transportar las bicicletas entre las estaciones, para que no pase que en alguna estación haya muchas bicis, mientras que otras están vacías. Un estudio realizado por la consultora Esther Anaya, indicó que este servicio, que en Barcelona no es gratuito, le cuesta al gobierno de la ciudad unos18 millones de euros al año. Mediante el alquiler, se recuperan unos 4,7 millones de euros, ya que para usar el sistema, los usuarios pagan un bono de 35 euros anual.
En Buenos Aires, por el contrario, el servicio Mejor en Bici es gratuito, con inscribirse uno ya está habilitado para utilizar una bicicleta durante una hora. En otras ciudades como Copenhague, Milán, París, Lyon, Estocolmo, Nueva York, y Bogotá, también han adoptado estos sistemas como una forma de fomentar este transporte saludable y ecológico, a la vez que sirve de aliado para aliviar el tránsito.
El primero de estos sistemas para compartir bicicletas comenzó en 1960 en Ámsterdam, Holanda. Era un sistema gratuito, que sufrió mucho vandalismo al principio, pero que terminó prosperando. Como sistema municipal, comenzó en los años 70 en La Rochelle, Francia, con unas 350 bicicletas, repartidas en tres estaciones. Este fue el sistema que luego se expandió por el mundo. El que casi todos han emulado es el pionero ByCyklen de Copenhague, Dinamarca, que comenzó en 1995.
Por lo general el único problema al que se enfrentan es al alto coste de mantenimiento, que puede ser agravado por el vandalismo, que en ciudades como Paris, puede llegar a ser mucho, al grado de que el 12% de las bicicletas se la pasan en el taller. En el de Buenos Aires, por ejemplo, se esperaba mucho vandalismo, pero resultó ser mínimo.
El éxito que generan estos sistemas de bicicletas compartidas es el de fomentar el ciclismo, no sólo por el uso de las bicicletas públicas, sino porque genera en la gente las ganas de tener su bicicleta propia, una vez que le toman el gusto al ciclismo.


Fuente: Ecofield
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